
- El carácter seudónimo de la literatura apocalítica.
El Apocalipsis de Enoc, Pedro, Abraham, Tomás, Siríaco de Baruc, La Asunción de Moisés, libro de los jubileos (atribuido a Moisés), el testamento de los doce patriarcas... y todos los demás que se supone forman un cuerpo de 45 textos apocalípticos, son inequívocamente seudónimos. En otras palabras, un grupo de redactores elaboraron esos escritos y le dieron paternidad utilizando nombres de grandes personalidades de la historia judía.
Este recurso era aceptado por los destinatarios de los libros, pues ellos sabían perfectamente que los hombres célebres, supuestos autores, ya habían muerto. Es más, la seudonímia servía para darle una mayor validez y aceptación entre la comunidad receptora de esta literatura.
La pregunta es: ¿Si los libros de corte apocalíptico son seudonímicos, el Apocalipsis bíblico también lo es?
Es una pregunta difícil de responder, pero desde mi punto de vista el apocalipsis bíblico es el único que tiene una paternidad auténtica. Para esto sí me defino perteneciente a la escuela de pensamiento tradicional de Justino Mártir, que creyó en la autoría juanína del apocalipsis allá en el siglo II de nuestra era. No obstante, Dionisio, un obispo de Alejandría en siglo III, comparó el lenguaje, estilo y la línea de pensamiento con los demás escritos del apóstol Juan y concluyó que no era posible que éste fuera obra de él en razón de no ser igual. Pero el argumento que bota esa conclusión es que los géneros literarios son diferentes y por lo tanto el lenguaje debe ser diferente. Además, Juan se menciona a sí mismo 4 veces, por lo tanto no hay duda que él es el autor.
Lo importante no es tanto conocer quién fue en realidad el autor, sino conocer lo que el Señor quiere decirnos a través de este maravilloso libro, pero estos detalles sin duda nos abren un panorama más amplio para comprender su mensaje.
El estudio del apocalipsis es muy interesante, y conocer estos detalles es apasionante. Espero que a ustedes también les apasione este libro y su estudio, que a lo largo de mucho tiempo (los jueves) trataremos de seguir escudriñando y extrayendo enseñanzas que abonaran a nuestra vivencia íntima y diaria con el Señor.